lunes, 8 de noviembre de 2010

El Consulado de Buenos Aires

Esta institución fue creada bajo el reinado de Carlos IV y  mientras en el Río  de la Plata era virrey Nicolás de Arredondo.

Plano de la Ciudad de Buenos Aires de fines del Siglo XVIII . La apertura del comercio y su condición de capital del Virreinato aceleraron el desarrollo de la ciudad. Su población pasó de 23.000 personas en 1770 a 32.000 en 1778
               
           El Consulado de Buenos Aires tenía como funciones primordiales  administrar la entrada y salida de mercaderías del puerto.
           Contaba con un secretario, un tribunal de comercio y una junta de gobierno. Los funcionarios eran elegidos cada dos años. Los debates internos surgían cada vez que los comerciantes reaccionaban en defensa de sus intereses: sobre todo los que explotaban la ganadería, otros embarcados en la competencia, la creación de saladeros y el comercio esclavista. El secretario debía arbitrar y  después consultar sus decisiones con el virrey y en ocasiones hasta con la Real Audiencia.
            Uno de los proyectos de Belgrano fue la creación de las escuelas de Náutica y de Dibujo, abiertas en 1799.
           La de Dibujo funcionó hasta 1802, cuando fue cerrada debido a la oposición de los comerciantes, del virrey y hasta de la Corona, que la consideraba  “un mero lujo”
      
Periodismo

El primer número  de Correo de Comercio apareció el 3 de marzo de  1810 y dejó de salir el 6 de abril de 1811. La edición completa se compone de un prospecto.  Los artículos de Belgrano  trataban de  economía y de política, cuidando de no irritar al virrey Cisneros, aunque sin dejar pasar la oportunidad de expresar a sus verdaderas convicciones y la necesidad de un cambio en la colonia.
En uno de sus escritorios se refirió a la libertad de prensa.
           En otro, hizo un llamado a los labradores, artistas y comerciantes. Otra de las escuelas abiertas por Belgrano en  el edificio del Consulado fue la de comercio.
            El proyecto era que en ella se enseñase aritmética, teneduría de libros, principios de cambio, reglas de navegación, leyes y costumbres mercantiles, geografía y estadística comercial.
Una de ellas iba a estar dedicada a la enseñanza de ambos sexos, otra a dictar clases de agricultura para labradores y otras iban a ser de enseñanza gratuitas “para los hijos de los infelices, donde se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la, ociosidad, decae el comercio y toma su lugar la miseria”, escribió en sus memorias. 

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