“Apareció una Junta, de la que yo era vocal, sin saber cómo ni por dónde, en que no tuve poco sentimiento.
Era preciso corresponder a la confianza del pueblo.”
La modestia de estos párrafos no expresa la realidad del momento, porque el entonces secretario del Consulado había sido uno de los grandes protagonistas de la semana de Mayo y uno de los más decididos en pedir la renuncia del virrey.
Ya designado vocal, Belgrano cumplió diversas tareas. Una de ellas fue la redacción del Plan de Operaciones, documento secreto que señalaba los pasos futuros a dar para que quedase asegurado el camino hacia la independencia.
Un solo ejemplo basta para demostrarlo: fue uno de los tres miembros de la Junta que rehusaron cobrar sueldo alguno por su función. Los otros dos fueron los españoles Juan Larrea y Domingo Matheu.
Una de las primeras medidas que impulsó en la Junta fue la creación de la academia de Matemáticas, que comenzó a funcionar en el edificio del Consulado y tenía por objeto instruir a los militares. Por supuesto, Belgrano fue designado como su protector.
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